Debe ser motivo de júbilo para todos los soberanistas el que cada vez se hable más en Puerto Rico de la necesidad de forjar una poderosa alianza soberanista. Importantes líderes soberanistas ahora reconocen que el tribalismo político sólo puede llevarnos a la derrota, por lo que comienzan a tomar forma modelos aliancistas cuyo objetivo es unificar en un solo movimiento a la mayoría de los defensores de la nación puertorriqueña. Sin embargo, debemos ser cuidadosos pues no todas las propuestas que se han estado ventilando tienen potencial real de éxito. Algunas de ellas podrían, a pesar de las buenas intenciones de sus propulsores, descarrilar el proyecto de alianza soberanista que realmente necesitamos.
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Uno de estos modelos bien intencionados, pero peligrosos, es el de aquellos que abogan por la creación de un nuevo partido soberanista que agrupe a proponentes de la libre asociación y la independencia. Eso suena muy bien en principio, pero al examinar esa propuesta en mayor detalle, encontramos un gran problema estructural que tarde o temprano terminaría disolviendo esa alianza. El problema surge porque los proponentes del nuevo partido soberanista insisten en que el partido defienda el principio de soberanía en general, sin definirse entre la independencia y la libre asociación. Eso funciona bien como estrategia educativa, porque al pueblo se le puede educar con respecto a la soberanía puertorriqueña y dejar que cada cual decida votar por la independencia o la libre asociación. Sin embargo, a la hora de encarar un plebiscito o participar en una Asamblea Constitucional de Estatus, no quedaría espacio para ambigüedades. Ante la eventualidad de un plebiscito, no les ha quedado más alternativa que llamar a la abstención electoral, lo cual no ayudaría a adelantar la agenda soberanista y podría regalarle una súper mayoría a la estadidad. La Asamblea Constitucional de Estatus es entonces la única salida a su encerrona ideológica, pero no le han explicado a nadie qué fórmula de estatus defenderían ellos como delegados en esa asamblea.
En una Asamblea Constitucional de Estatus los delegados electos se sentarían en una mesa a negociar una fórmula de estatus. Siendo los independentistas minoría en esa mesa de negociación, es imposible que la solución negociada resulte ser la independencia. De hecho, es matemáticamente ineludible que de esa Asamblea Constitucional de Estatus surja un tratado de libre asociación. Al igual que en un plebiscito, los independentistas tendrán que montarse en esa guagua para vencer definitivamente a la alternativa anexionista. Por lo tanto, proponer una Asamblea Constitucional de Estatus equivale a proponer la negociación de un tratado de libre asociación. El que piense lo contrario se engaña.
Realmente la única alianza soberanista que puede perdurar y lograr la gran victoria que anhelamos para nuestra nación es una que esté basada en la libre asociación soberana como alternativa de convergencia. Esa es una solución viable que podría recibir el apoyo masivo de todos los sectores no asimilistas, incluyendo la mayoría de los independentistas. La libre asociación nos descolonizaría y le cerraría las puertas a la anexión, pero no le cerraría las puertas a la independencia a largo plazo. Por lo tanto, el sector independentista podría retomar su lucha por la independencia plena a partir del establecimiento de un tratado de libre asociación. Si los líderes del independentismo evalúan la situación actual de Puerto Rico objetivamente, sin apasionamientos, sólo pueden llegar a la conclusión de que a corto o mediano plazo la libre asociación es la única carta de triunfo que tenemos los que amamos nuestra nación borincana.
Ahora bien, hay quienes han propuesto una coalición soberanista con el propósito específico de lograr importantes triunfos electorales en el 2012. No se puede negar que esa idea tiene mérito pues indudablemente necesitamos reemplazar al catastrófico gobierno actual del PNP con funcionarios públicos que defiendan nuestro patrimonio nacional, fomenten la autogestión y adelanten un Proyecto de País. Para lograr esto no hay que reinventar la rueda. No necesitamos fundar un nuevo partido político cuando tenemos la oportunidad de apoderarnos de la poderosa máquina electoral que es el PPD. Varios líderes soberanistas se mantienen en pie de lucha para hacer prevalecer la visión soberanista en ese partido. Se vislumbran unas primarias importantísimas en esa colectividad y nuestro apoyo a candidatos soberanistas puede hacer una diferencia enorme. No puedo pensar en mejores candidatos para movernos en la dirección correcta que los discípulos de Willie Miranda Marín.