domingo, 27 de septiembre de 2009

La Libre Asociación: Alternativa de Convergencia

En mi primer artículo mencioné que bajo un tratado de libre asociación Puerto Rico podría negociar y obtener todos los beneficios reales que hoy recibe de los Estados Unidos y al mismo tiempo obtener los poderes soberanos que tanto necesita para insertarse con éxito en la economía global. En este artículo quiero analizar los principales beneficios y poderes soberanos que Puerto Rico podría obtener bajo un acuerdo de libre asociación con los Estados Unidos. Este análisis está basado principalmente en los actuales tratados de libre asociación que Estados Unidos mantiene con Micronesia, las Islas Marshall y las Islas Palau.

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Los principales beneficios que Puerto Rico actualmente recibe de los Estados Unidos se pueden resumir en las categorías de defensa común, moneda común, fondos federales para la Isla, elegibilidad individual para programas de asistencia económica y el libre acceso a viajar, establecer residencia y/o trabajar en los Estados Unidos. Basta con leer cualquiera de los tratados de libre asociación que Estados Unidos mantiene con las antes mencionadas islas del Pacífico para darse cuenta que no necesitamos permanecer bajo un estatus colonial para recibir la gran mayoría de estos beneficios.

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En el área de defensa común, los tratados de libre asociación existentes establecen claramente que Estados Unidos se compromete a proveerle a las naciones asociadas la misma protección que les proveería a sus propios ciudadanos en caso de cualquier ataque o amenaza. Al igual que hoy día bajo el ELA, a cambio de esa promesa de protección le otorgaríamos a Estados Unidos ciertos derechos importantes. Nuestro territorio nacional, sus aguas y su espacio aéreo le estarían vedados a otras naciones, a menos que consultemos con el gobierno de Estados Unidos y ellos accedan. Es muy probable que si quisiéramos un día organizar una exhibición naval en la bahía de San Juan, invitando buques de guerra de Colombia, Brasil, Argentina, Francia y el Reino Unido, el gobierno de Estados Unidos no tendría ningún inconveniente. Sin embargo, si se nos antojase invitar a las flotas navales de Venezuela, Corea del Norte e Irán, seguramente Estados Unidos se opondría. A la inmensa mayoría de los puertorriqueños esto les parecerá muy justo. No se puede pedir algo a cambio de nada y Estados Unidos no puede defender a quien coquetea con sus enemigos declarados.

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Es muy posible también que bajo un tratado de libre asociación Estados Unidos quiera negociar el mantenimiento de una o dos instalaciones militares en nuestro territorio nacional. En términos prácticos, probablemente no veríamos ningún cambio en ese respecto sino que Estados Unidos mantendría la reducida presencia militar que tiene hoy día en Puerto Rico. En principio, sin embargo, habría una diferencia enorme ya que tendríamos la dignidad de haber negociado esa presencia militar a conciencia y estipulando lo que damos y lo que recibimos a cambio. Vieques nunca hubiese ocurrido bajo un tratado de libre asociación porque antes nosotros tendríamos que haber aceptado esa práctica explícitamente e incluirlo en el tratado. De hecho, los tratados de libre asociación existentes establecen prohibiciones explícitas a las fuerzas armadas estadounidenses con respecto a sus operaciones dentro de los territorios de las naciones asociadas.

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Hablemos ahora de asuntos económicos, que son los que le hacen temblar la mano a muchos compañeros autonomistas a la hora de reclamar nuestra soberanía pese al amor profundo que tienen por nuestra bella nación. Los miedos en cuanto a aspectos económicos que nos atan al actual estatus colonial son desenmascarados como las fobias irracionales que realmente son tan pronto estudiamos los hechos concretos de la libre asociación. Los tratados de libre asociación existentes establecen la moneda común con Estados Unidos, así como también otorgan a las naciones asociadas una variedad de beneficios económicos comparables a los que Puerto Rico recibe hoy día.

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Estados Unidos hace aportaciones federales a los estados, territorios y también las naciones libremente asociadas en áreas como agricultura, educación, comercio y programas de asistencia económica a través de “federal grants”. En otras palabras, de esas aportaciones provienen todas las ayudas económicas que se nos ha enseñado son esenciales para los puertorriqueños. Sucede que las aportaciones federales per cápita otorgadas a Puerto Rico en el año fiscal 2008 no fueron superiores a las aportaciones otorgadas a las naciones asociadas de Micronesia, las Islas Marshall y las Islas Palau. Puerto Rico recibió $5.75 billones y tiene alrededor de 4 millones de habitantes, resultando en una aportación federal per cápita de $1,437. Micronesia recibió $92 millones y tiene alrededor de 108,000 habitantes, resultando en una aportación federal per cápita de $852. Palau recibió $23 millones y tiene alrededor de 21,000 habitantes, resultando en una aportación federal per cápita de $1,095. Por último, las Islas Marshall recibieron $209 millones y tienen una población de aproximadamente 70,000 habitantes, resultando en una impresionante aportación federal per cápita de $3,000. Sí, es cierto, las Islas Marshall reciben muchos más fondos federales per cápita que Puerto Rico y son una nación soberana. El que piense que Estados Unidos no nos proveería esos niveles de asistencia económica per cápita, especialmente durante los primeros 15-20 años bajo la libre asociación, olvida que como un estado Puerto Rico sería una carga económica inmensa para ese país. Ayudarnos a convertirnos en una nación próspera sería a largo plazo casi tan beneficioso para Estados Unidos como lo sería para Puerto Rico.

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El último miedo que nos queda por derrumbar es el de perder la ciudadanía americana, que no es nada sino una fobia ridícula que nos han metido en la cabeza y que se nutre de la baja autoestima que padecemos como pueblo. A parte de los beneficios antes mencionados, los cuales pueden negociarse y ya otras naciones han negociado bajo un tratado de libre asociación, sólo queda el miedo a no poder mudarnos a los Estados Unidos si la economía se pone muy mala en Puerto Rico. Después de todo, esa válvula migratoria es la única razón por la cual los atropellos e incompetencia de nuestro gobierno colonial no han resultado aún en una revuelta de grandes proporciones. Sucede que los ciudadanos de las naciones libremente asociadas de Micronesia, las Islas Marshall y las Islas Palau tienen el derecho explícitamente otorgado de ir a Estados Unidos sin necesidad de visa cuando quieran, establecer residencia en Estados Unidos y trabajar allá por tiempo ilimitado, exactamente como nosotros, pero sin tener que vender el alma. Con su pasaporte de nación soberana disfrutan de todo y hacen de todo lo que a nosotros nos han dicho los anexionistas y “anexionistas light” que necesariamente nos cuesta perder nuestro orgullo nacional.

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La falta de soberanía tiene un costo que va mucho más allá del aspecto económico. Sin embargo, en términos estrictamente económicos, el costo de la falta de soberanía no es menos obvio. El actual estatus político de Puerto Rico, al igual que la anexión, nos priva de la capacidad para negociar tratados económicos con otros países, así como formular programas y políticas socioeconómicas independientes que respondan a las necesidades específicas de nuestro pueblo. Los programas económicos que Estados Unidos nos extiende bajo el ELA no son formulados pensando en nuestra realidad de isla caribeña y latinoamericana. Una política económica federal que funciona a las mil maravillas en Massachussets o California puede tener un efecto adverso para Puerto Rico. Por ejemplo, a Puerto Rico se le aplica el salario mínimo federal pero los estudios que se hacen para determinarlo se basan en indicadores económicos muy diferentes a los de Puerto Rico. Similarmente, los tratados comerciales que benefician a Estados Unidos pueden hundirnos a nosotros. Eso ha sucedido con los tratados de libre comercio NAFTA y CAFTA, que le han restado competitividad a Puerto Rico en el comercio con Estados Unidos en comparación con otros países de Centroamérica y el Caribe. Por otra parte, nuestras relaciones comerciales con el resto del Caribe y Latinoamérica son mínimas. Eso no es natural.

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El mundo sigue evolucionando y la economía global está basada en una red de acuerdos económicos y bloques comerciales como la Unión Europea y Mercosur. Nuestro estatus colonial nos mantiene aislados del mundo y en clara desventaja competitiva. Sin nuestra soberanía estamos desnudos. La opción de movernos hacia una libre asociación soberana es infinitamente más productiva y digna que mantener nuestro estatus colonial, el cual además mantiene la puerta abierta a la anexión total, que sería la extinción de la patria que tanto amamos. No hay razones lógicas para mantenernos en el anonimato internacional, sólo miedos irracionales que ya hemos desmentido. El mundo nos está esperando con los brazos abiertos. ¡Rieguen la voz!

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Fuentes:

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Tratado de Libre Asociación de Palau: http://palau.usembassy.gov/rop_cofa.pdf

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Datos demográficos de Palau: http://en.wikipedia.org/wiki/Palau#Demographics

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Tratado de Libre Asociación de Islas Marshall y Micronesia: http://www.fm/jcn/compact/comframe.html

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Datos demográficos de Islas Marshall: http://www.nationsencyclopedia.com/economies/Asia-and-the-Pacific/Marshall-Islands.html

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Datos demográficos de Micronesia: http://www.doi.gov/oia/Islandpages/fsmpage.htm#Population

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Datos sobre fondos federales: http://www.census.gov/prod/2009pubs/fas-08.pdf

(Vean la página 15, primera columna de la tabla – aportaciones totales)

sábado, 19 de septiembre de 2009

Un Sueño Realizable

Tengo un sueño recurrente. Todo empieza en el seno del PPD, donde se enfrentan en una crucial primaria el soberanista William Miranda Marín (sano y más fuerte que nunca) y un representante del sector conservador del PPD. Decidido a ponerle fin a décadas de ambivalencia ideológica en su partido, Miranda Marín propone sin tapujos la libre asociación basada en la soberanía de la nación puertorriqueña, la misma que reconoce el derecho internacional como fórmula descolonizadora. Con esta plataforma, Miranda Marín gana las primarias del PPD de forma abrumadora y meses más tarde gana la gobernación. Uno o dos años después llega el momento definitorio, un plebiscito entre la estadidad, la independencia y la libre asociación soberana. Las encuestas preliminares reflejan un apoyo de 47% para la estadidad, 47% para la libre asociación soberana y 6% para la independencia. Mostrando un liderazgo y patriotismo sin precedentes, los lideres del PIP, MINH y otras organizaciones independentistas anuncian su apoyo a la libre asociación soberana para darle una estocada mortal al anexionismo. El resto es historia – Puerto Rico se bautiza como nación soberana y toma el sitial que le corresponde en Latinoamérica y el mundo.

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Este sueño se puede hacer realidad y creo que estamos más cerca de lo que se percibe a simple vista. Hasta ahora los autonomistas, soberanistas e independentistas nos hemos dado el lujo de concentrarnos en las cosas que nos dividen. Nos hace falta una crisis para decidirnos a concentrarnos en algo muy grande que nos une, el hecho de que reconocemos sólo a Puerto Rico como nuestra nación y no estamos dispuestos a entregarla. Esa crisis que necesitamos para unirnos ya está aquí. Los años no pasan en vano y desafortunadamente en Puerto Rico el tiempo ha sido aliado de los anexionistas. El pueblo se ha ido cansando del estancamiento económico y el eterno debate sobre el estatus. Los anexionistas han presentado la estadidad como una solución final al debate del estatus y eso les ha ganado adeptos. Mientras que en el plebiscito de 1967 la estadidad obtuvo sólo el 39% de los votos, ya en 1998 obtuvo casi 47% de los votos. Recientemente algunas encuestas han reflejado un apoyo de aproximadamente 50% para la estadidad. Si esos números no nos han puesto en alerta, será porque estamos dormidos. ¡O despertamos ya o nos quedamos sin patria!

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Por más que el sector conservador del PPD insista en negarlo, la realidad es que sólo una minoría de los puertorriqueños percibe que el asunto del estatus en Puerto Rico se resolvió permanentemente con el Estado Libre Asociado. Hasta que no logremos obtener un estatus político que elimine toda posibilidad futura de la estadidad, los anexionistas van a seguir atacando hasta lograr su objetivo. El que sólo juega defensa siempre termina perdiendo. Estamos a tiempo para montar nuestra ofensiva y salir airosos, pero el que piense que tenemos todo el tiempo del mundo se equivoca. Los anexionistas trabajan tiempo extra atacando la identidad y autoestima de los puertorriqueños cada vez que obtienen el poder para hacerlo. Ellos fomentan una economía basada en la dependencia de fondos federales para luego poder decirle al pueblo, “sin esos fondos federales estaríamos en la mierda.” En lo que puedan emular a los estados, así lo hacen, incluso hasta llegar al extremo ridículo de agringar el nombre de ciudades y rotular las calles en inglés. No me cabe duda de que, si los dejamos, también serían capaces de americanizar el currículo de nuestras escuelas para comerles el cerebro a nuestros hijos y que un día nos rompan el corazón diciendo, “Puerto Rico es donde vivo, pero yo soy americano.” Despertemos antes de que el sueño se nos vuelva pesadilla. No perdamos más el tiempo con nuestras divisiones. Unidos venceremos.

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Algunos de ustedes se estarán preguntando por qué dije antes que estamos más cerca de lograr la victoria de lo que parece. Otros se estarán preguntando por qué pienso que la libre asociación soberana es nuestra opción de triunfo. La respuesta a ambas preguntas es la misma. La libre asociación soberana tiene un gran potencial como movimiento de convergencia entre autonomistas, soberanistas e independentistas. No es mucho lo que los autonomistas e independentistas tendrían que sacrificar para lograr un histórico frente unido por la nación puertorriqueña. Desde el punto de vista de los autonomistas, que aspiran a enmendar el ELA para obtener un mayor grado de autonomía para Puerto Rico, la libre asociación significa simplemente dar el paso adicional de reclamar nuestra soberanía y asociarnos a los Estados Unidos libremente, fuera de la cláusula territorial. Bajo un Compacto de Libre Asociación podemos negociar y obtener todos los beneficios reales que hoy recibimos de los Estados Unidos y al mismo tiempo obtener los poderes soberanos que Puerto Rico necesita para desarrollarse como una nación próspera y ocupar el sitial que le pertenece dentro de la comunidad internacional. Por otro lado, la libre asociación representa para los independentistas la única opción realista para obtener la soberanía de nuestra nación. Entiendo que la inmensa mayoría de los independentistas no tienen nada en contra de mantener una relación mutuamente beneficiosa con nuestros vecinos del norte, siempre y cuando no se comprometa la soberanía del pueblo puertorriqueño. Eso es exactamente lo que la libre asociación nos permitiría hacer.

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Estoy confiado en que este frente unido por la nación puertorriqueña ya se está forjando. A todos los que comparten este sueño, los exhorto a que no se conformen con soñar. Háblenles a otros sobre la oportunidad histórica que tenemos en frente; publiquen un blog, participen en foros, desenmascaren a los ingenieros del miedo cada vez que tengan la oportunidad. Necesitamos más soldados intelectuales que luchen por nuestra nación activamente. Un día podrán decirle a sus hijos y nietos, “yo fui parte del movimiento patriótico que salvó a nuestra nación.”