sábado, 17 de octubre de 2009

República Asociada: Un Concepto Distorsionado por los Ingenieros del Miedo

Los anexionistas han logrado algo en Puerto Rico que en casi cualquier otro país del mundo sería imposible hacer. Estos especialistas del engaño y el pánico han convencido a la mayoría de los puertorriqueños de que la palabra república es sinónima de dictadura y miseria. Igualmente le inventaron a la libre asociación el seudónimo de la “república asociada” para difundir la idea de que la libre asociación significaría encaminarnos hacia una existencia precaria. Lamentablemente el veneno de estas mentiras ha surtido el efecto esperado en nuestro pueblo. Nos toca a nosotros revertirlo.

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Es muy importante que todos los que luchamos por alcanzar la soberanía de nuestra nación estemos preparados para desenmascarar las nociones ridículas que los anexionistas le han vendido a nuestra gente. Sin embargo, encontrar el antídoto de cualquier veneno siempre requiere que primero entendamos exactamente como funciona el veneno en cuestión. En este caso, necesitamos entender no sólo las mentiras de los anexionistas, sino también las tácticas efectivas que estos han utilizado para insertar esas mentiras en el pensamiento colectivo del pueblo puertorriqueño.

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La retórica anexionista en cuanto a la independencia ha sido siempre la misma. Las repúblicas son países como Cuba y República Dominicana. Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Italia y Dinamarca no son repúblicas. Esos son países ricos, muy distintos a lo que seríamos nosotros si nos atreviéramos a cortar el cordón umbilical que nos trae el sustento y la civilidad de los Estados Unidos. Los anexionistas, en su ofensiva voraz a favor de la estadidad, no han perdido ninguna oportunidad de recordarnos que los puertorriqueños somos una porquería, unos salvajes ineptos. Si somos inferiores, la lógica indica que intentar valernos por nosotros mismos nos llevaría a una ruina segura. Si somos unos salvajes, se deduce que tomar el mando de nuestro propio país sería un proyecto arriesgadísimo.

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Esa propaganda que ha degradado continuamente la autoestima del pueblo puertorriqueño ha tenido el efecto de debilitar drásticamente el movimiento independentista en Puerto Rico. Sin embargo, el miedo infundado a la “república” no ha sido suficiente para eliminar el sentimiento nacionalista de los puertorriqueños. Tras 111 años bajo ataque, la nacionalidad puertorriqueña todavía sobrevive. Dentro del PPD se cobijan una enorme cantidad de personas que no dudan de su nacionalidad puertorriqueña, aunque sí tienen un grado de aprensión en cuanto a la independencia total.

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Los llamados soberanistas dentro del PPD se han sobrepuesto al miedo paralizador que los anexionistas han propagado en Puerto Rico por décadas. La libre asociación, que ya algunos de ellos profesan abiertamente, representa una respuesta clara a la pregunta que ya arrastramos por más de 100 años: ¿somos americanos o puertorriqueños? Su respuesta es, sin lugar a dudas, que somos puertorriqueños, que nuestra nación es Puerto Rico. Esa visión está tomando fuerza dentro del PPD, la defensa de nuestra puertorriqueñidad se ha vuelto contagiosa. A medida que las personas de ese partido se educan con respecto a los beneficios y garantías de la libre asociación, un número cada vez mayor de ellos le han perdido el miedo a la palabra soberanía. A los anexionistas eso les preocupa muchísimo. Para combatir este movimiento, los estadistas han vuelto a usar la misma estrategia que les ha dado buenos resultados en el pasado. Lo que pretenden es llenarnos el corazón de miedo paralizante valiéndose de su ingenio semántico. Al combinar la palabra asociación con la palabra república, contra la cual ya han acondicionado a nuestro pueblo, surge el concepto de “república asociada”. Esas palabras, que en realidad significan simplemente que un país está asociado a otro, toman un significado perverso cuando en la televisión nos las repiten como hipnotizándonos mientras nos muestran imágenes de un Viejo San Juan desierto, patrullado por un soldado comunista. Con esto intentan hacernos llegar a la conclusión descabellada de que la libre asociación no es más que una cortina de humo para establecer en Puerto Rico un régimen totalitario.

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Aunque nos duela, la realidad es que a menos que hagamos algo para defender a nuestra gente de estos ataques psicológicos, las tácticas sucias de los anexionistas funcionarán tan bien como han funcionado en el pasado. Pregúntenle a un puertorriqueño común que mencione el nombre de dos repúblicas y lo más probable es que responda República Dominicana y Cuba. Pregúntenle a esa misma persona que mencione el nombre de una república asociada y es bien posible que aún responda República Dominicana. Esto no me lo estoy inventando sino que ya lo he escuchado.

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Nosotros mismos tenemos la culpa de que los anexionistas hayan logrado llenar de miedo a nuestro pueblo. Cuando ellos estaban diciéndole al pueblo que las únicas repúblicas son Cuba y República Dominicana, nosotros deberíamos haber denunciado esa mentira y aclarado que Estados Unidos, Canadá, Francia, Inglaterra, Dinamarca y España son todas repúblicas. Necesitábamos decirles que en Latinoamérica las repúblicas de Chile, Panamá y Costa Rica tienen gobiernos progresistas y estables. Necesitábamos decirles que Singapur es una república más pequeña que Puerto Rico que tiene un ingreso per cápita mayor al de Estados Unidos.

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Antes de que los anexionistas ataquen con el fantasma de la “república asociada” a la alianza patriótica que ya ha comenzando a tomar forma, debemos vacunar a nuestra gente contra el pánico utilizando información fidedigna. La libre asociación no es un proyecto desconocido sino que ya le ha funcionado muy bien a tres naciones soberanas en el Pacífico – Islas Marshall, Micronesia y Palau. Tenemos a nuestra disposición datos reales y demostrables de vigencia actual. Debemos enfocarnos en presentarle al pueblo estos tres ejemplos de naciones libremente asociadas de la misma forma vívida en que los anexionistas han vendido la imagen aterradora del soldado comunista haciendo rondas por el Viejo San Juan. Tenemos que llevar imágenes nuevas, imágenes de progreso y dignidad, a cada puerta, cada buzón y cada pantalla de televisión. Es mucho trabajo y por eso necesitamos empezar ya.

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Es de vital importancia que nos entreguemos a la tarea de reeducar a nuestro pueblo. En el resto del mundo, la palabra república es simple y llanamente sinónima de país o nación. Es hora de que todos los puertorriqueños nos enteremos de esa realidad tan básica. Si hacemos nuestro trabajo, tal vez la próxima vez que los anexionistas griten “república asociada”, el resto de los puertorriqueños responderemos a coro, “sí, ¿y qué?”

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Fuentes:

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Ingreso per cápita de naciones en el 2008: http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_countries_by_GDP_(PPP)_per_capita

domingo, 4 de octubre de 2009

Nuestra Mejor Defensa es la Ofensiva

Los enemigos de la nación puertorriqueña son implacables y se valen de todo lo que puedan por adelantar su objetivo anexionista. El proyecto HR 2499 es la última arma secreta en su repertorio y hay que aceptar que es brillante. De ser aprobado este maquiavélico proyecto en el Congreso de los Estados Unidos, los estadistas intentarán utilizar el voto de los compañeros independentistas y soberanistas para imponernos la estadidad. ¡Imagínense eso!

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El proyecto HR 2499 conllevaría dos referéndums. El primero sería por un voto a favor o en contra de permanecer bajo el ELA colonial. Si se diera un voto mayoritario en contra de mantener el ELA colonial, el segundo plebiscito sería entre la estadidad, la independencia y la libre asociación soberana. Con el trabajo educativo que están realizando en estos momentos organizaciones soberanistas como el Instituto Soberanista Puertorriqueño, Pro-ELA, ALAS y Proyecto PAIS, de aquí a unos cinco años podríamos estar en posición de obtener la victoria de la libre asociación soberana en un proceso como este. Sin embargo, en esta coyuntura actual los puertorriqueños no estamos listos aún y los anexionistas lo saben muy bien. Nos falta mucho trabajo. Tenemos que tirarnos a las calles, las plazas, los campos, hablarle a nuestra gente cara a cara, mirándoles a los ojos para que vean que hablamos con la verdad. Nos falta todavía lograr un frente común histórico de los líderes autonomistas, soberanistas e independentistas para facilitar la unión del pueblo en contra del anexionismo y en defensa de nuestra nación. Los anexionistas pretenden convencernos de entrar en una batalla final sin antes haber organizado nuestro ejército ideológico.

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Lo que los estadistas esperan que ocurra si se aprueba el proyecto HR 2499 es que los independentistas y soberanistas, como es de esperarse, voten a favor de un cambio de estatus. Si hacemos eso en el 2010, habremos caído en la trampa magistral de nuestros adversarios. Sería como entrar con diez soldados desnudos al campo de batalla. Ni el PPD ni el PIP están actualmente preparados para defender la libre asociación soberana. Los resultados de ese plebiscito serían fáciles de adivinar. Los independentistas se dividirían entre la independencia (2.5%) y la libre asociación soberana (2.5%). Los populares, víctimas de un miedo paralizante, se dividirían entre la estadidad (24%) y la libre asociación (24%). Los estadistas, obviamente, votarían todos (47%) por la estadidad. El resultado final sería más o menos así: Estadidad 71%, Libre Asociación 26.5%, Independencia 2.5%. Números como esos serían suficientes para presionar al Congreso de los Estados Unidos a anexar a Puerto Rico. Los enemigos de nuestra nación han hecho ese cálculo y están salivando pensando en el golpe de estado que han planificado. Por eso, siéntense, respiren y escuchen muy bien lo que les tengo que decir. Si se aprueba este funesto proyecto de estatus, nuestra única defensa en el 2010 es interpretar el voto a favor de la continuación del estatus colonial como un voto de repudio a la estadidad que nos quieren traer a la fuerza. Esa primera línea de defensa es todo lo que tendríamos y no podemos desaprovecharla. De ello depende que se nos dé más tiempo para organizar nuestras tropas y luchar en nuestros propios términos.

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Si hay una cosa que tenemos que aprender de los anexionistas, es que la mejor defensa que existe es la ofensiva. Lo queramos o no, en la lucha entre el anexionismo y la nación puertorriqueña no van a haber treguas hasta que alcancemos nuestra definición final. Los estadistas votan en cada elección como si fuese un plebiscito sobre estatus. No importa cuan malo sea su candidato, ellos votan con una sola cruz bajo su partido. A muchos les podría molestar que yo diga esto, pero la realidad es que los autonomistas, soberanistas e independentistas no pueden seguirse dando el lujo de prestarle el voto a un candidato a gobernador estadista por más que pueda parecer un buen administrador. Eso es lo que sucedió con Luis Fortuño y este gobierno anexionista actual, que ahora está usando el poder que le dimos para intentar un golpe de estado anexionista. No se engañen, esto es una guerra. Nuestra nación está bajo ataque.

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Al mismo tiempo que defendemos nuestra nación de Luis Fortuño, Pedro Pierluisi, Thomas Rivera Schatz y el resto de los anexionistas que nos tienen sitiados, tenemos que trazar nuestra estrategia para alcanzar la victoria final sobre las fuerzas anexionistas en nuestro país. Ya he dicho antes que estoy convencido de que la libre asociación soberana es la alternativa de convergencia que nos puede permitir forjar un frente unido histórico para perpetuarnos como nación. También he dicho que estamos más cerca de la victoria de lo que puede apreciarse en estos momentos tormentosos en que el anexionismo parece avanzar inexorablemente. Aunque les parezca difícil de creer, los líderes del anexionismo también saben que la libre asociación soberana representa su enemigo mortal, el monstruo que duerme. Es por eso que atacan esa opción con su propaganda de miedo, usando la palabra república al tiempo que muestran imágenes de Cuba (no de Francia, Inglaterra, España, Singapur o Chile). Tenemos que despertar a ese monstruo que los anexionistas temen. Tenemos que publicar el éxito de la libre asociación en Micronesia, Palau e Islas Marshall para destruir los miedos que los anexionistas han fabricado. Tenemos que tomar la ofensiva.

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Hay otra cosa muy importante que los líderes anexionistas saben y que los hace temblar, aunque muy en privado pues sería desastroso si todo el pueblo se enterara. Esa realidad importante que tanto temen es que un mero 40% del electorado firme en su reclamo de soberanía puede derrotar a un 60% del electorado pidiendo la estadidad. La estadidad de Hawai y Alaska se logró sólo después de que una súper mayoría de sus ciudadanos eligiera esa opción en un referéndum estadidad sí o no. En el caso de Alaska, el voto a favor de la estadidad fue de 86%. En Hawai, 94% del electorado eligió la estadidad. Claro está, Hawai había sido invadido por militares estadounidenses y sus familias. Quienes votaron por la estadidad fueron los invasores y no los ciudadanos de la nación hawaiana, que hasta el día de hoy siguen luchando por su independencia. Por suerte, en Puerto Rico no tenemos que preocuparnos de esa estrategia sucia pues nuestra isla ya no tiene mucho valor militar para Estados Unidos.

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Nunca un territorio ha sido aceptado como estado de la unión con un voto popular para la estadidad menor al 67% (2/3), pero mucho menos lo harían si casi la mitad del electorado pide una opción de soberanía, como lo sería la libre asociación soberana. Realmente a Estados Unidos no le interesa que nuestra isla se convierta en estado de la unión, lo que le costaría a su clase trabajadora muchos millones de dólares en impuestos para subsidiar al paupérrimo nuevo estado. Si, por ejemplo, en un plebiscito la estadidad obtuviera 55% de los votos frente a 45% de los votos para la libre asociación soberana, obligaríamos a los Estados Unidos a finalmente aceptar que la estadidad no es opción para una isla donde el sentimiento nacional puertorriqueño sigue muy fuerte tras más de 100 años de colonialismo. Una vez Estados Unidos se pronuncie al respecto, la única opción lógica que le quedaría a nuestro vecino del norte sería cumplir con su obligación histórica de ayudar a Puerto Rico a desarrollarse como un pueblo autosuficiente y próspero utilizando el mecanismo que ya le ha funcionado tres veces antes, la libre asociación soberana.

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Estamos tan cerca o tan lejos de una imprescindible alianza nacional histórica como nos lo permitamos nosotros mismos. Los anexionistas intentarán dividirnos pues de eso depende su estrategia. Nos toca a nosotros armarnos de valor y de astucia para superar los retos que se avecinan y alcanzar la victoria juntos. ¡Nos vemos en el campo de batalla!

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Fuentes:

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Estadidad de Alaska: http://www.elections.alaska.gov/Publications/stathood.htm

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Estadidad de Hawai: http://en.wikipedia.org/wiki/Hawaii_Admission_Act

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Movimiento Independentista de Hawai: http://www.hawaii-nation.org/