viernes, 19 de octubre de 2012

Hacia la Convergencia y Unidad Nacional con el ELA Soberano

Estados Unidos ya le ha comunicado en más de una ocasión a los puertorriqueños cuáles son las opciones permanentes de estatus que nuestro pueblo tiene disponibles. No nos han dicho todo lo que piensan sobre el tema, ni lo harán, pero sí han sido claros en que el estatus final de Puerto Rico tiene que ser una de tres opciones: estadidad, independencia o un pacto de asociación no territorial. Nos han adelantado además que mientras nos mantengamos en el actual estatus territorial, seremos objeto de tantos plebiscitos como sean necesarios hasta que escojamos una de esas tres opciones no territoriales (léase descolonizadoras). Por lo tanto, si en el plebiscito del 6 de noviembre el pueblo eligiera mantener el estatus territorial, eso sólo garantizaría otro plebiscito futuro. Para los que rechazamos la anexión y reafirmamos nuestra identidad boricua y latinoamericana, el conservadurismo es nuestro peor enemigo ya que jugar sólo a la defensa podría propiciar un triunfo estadista tarde o temprano.

Tenemos en nuestras manos decidir que este sea el último plebiscito en el que tengamos que vencer a la estadidad, esa constante amenaza a nuestra dignidad y nacionalidad puertorriqueña. Si el ELA Soberano alcanzara el 50% de los votos en el plebiscito del 6 de noviembre, le ganaríamos a la estadidad no una batalla más, sino la guerra. Los que le dicen al pueblo que este plebiscito no es vinculante no están diciendo toda la verdad. La realidad es que cualquier expresión clara de nuestro pueblo va a inclinar la balanza a un lado u otro y echará a andar un proceso de diálogo y transición hacia la alternativa favorecida. Esta historia no la van a escribir los estadistas. Al fin y al cabo, ellos son una constante porque sabemos a ciencia cierta que van a salir a votar masivamente por la estadidad. Ellos representan alrededor del 46% del electorado y así lo comienzan a confirmar las encuestas. El restante 54% va a escribir esta historia porque aún no sabemos qué van a hacer. Yo escribo para ese 54%. Si tú, amigo o amiga que estás leyendo este artículo, estás en ese 54%, yo te pido que abras tu mente y tu corazón para dejar entrar una idea nueva, una idea que puede salvar nuestro país. Esa idea es la convergencia.

La convergencia es el antónimo de la divergencia. Los puertorriqueños estamos acostumbrados a la divergencia política. Grupos de personas que tienen muchas creencias y valores en común encuentran razones para divergir y separarse, perdiendo así la oportunidad de adelantar metas comunes. Los independentistas, que unidos serían tal vez más del 7% del electorado, se han dividido en varios grupos que sólo logran cancelarse unos a otros. Los soberanistas se han dividido también basados en partidos políticos y preferencias de mecanismos procesales. Los estadistas, sin embargo, no divergen sino que convergen. Por eso es que sabemos que sus votos por la estadidad están asegurados. Ellos no se preocupan por detallitos sino que se concentran en ser estadistas. Su convergencia se basa en el tema central de que su nación es los Estados Unidos y quieren que esa nación absorba, se trague a este archipiélago que el resto de nosotros sentimos es nuestro país, nuestra nación.

Para nosotros, ese 54% que somos puertorriqueños incondicionales, el llamado a defender nuestra identidad nacional debería ser razón de sobra para caminar juntos. ¿Quiénes componemos esa mayoría y por qué nos ha eludido la unidad? Un grupo muy amplio dentro de esa mayoría son autonomistas conservadores. Son autonomistas porque se sienten puertorriqueños, pero temen perder la ciudadanía americana y la seguridad económica que perciben tener al Puerto Rico mantener una relación cercana con los Estados Unidos. Otro grupo, también muy amplio, está compuesto por autonomistas liberales y soberanistas que favorecen un modelo de asociación no territorial con Estados Unidos. Este grupo representa el centro del espectro político no estadista. Otro grupo, menos amplio pero importantísimo, está compuesto por independentistas de diversas escuelas de pensamiento con respecto a cómo debería ser un Puerto Rico independiente. A pesar de que hay diferencias importantes entre estos tres grupos, son más las cosas que nos unen que las que nos separan. Si cada uno de estos grupos sigue persiguiendo su objetivo particular, limitándose a su parcela ideológica, nuestra mayoría seguirá dispersada en varias minorías y terminaremos viendo como una minoría anexionista bien consolidada nos roba el país. La convergencia es nuestra única forma de lograr la victoria definitiva sobre el anexionismo y asegurar nuestro lugar en el mundo como la nación que somos.

La convergencia sólo se puede dar cuando cada grupo está dispuesto a ceder algo para lograr una solución conciliadora. Imagínense que en un esfuerzo patriótico por lograr la convergencia de esa mayoría de 54%, cada uno de los tres grupos que la componen nombrara a un representante para conformar un comité de trabajo que negociara y diseñara un proyecto político de unidad nacional. Es fácil imaginarse lo que se discutiría en esa mesa de negociación. El representante independentista descartaría inmediatamente mantener el actual estatus territorial. Así mismo, el representante autonomista conservador descartaría inmediatamente la independencia. Así las cosas, sólo quedaría espacio para redactar un pacto de asociación con Estados Unidos fuera de la clausula territorial. Sin embargo, el representante autonomista liberal, o soberanista, tendría que estar dispuesto a redactar un pacto de asociación que les garantice ciertas cosas de vital importancia a los otros dos representantes. El representante autonomista conservador querría garantizar la permanencia de la ciudadanía americana, la defensa común, el uso del dólar, los beneficios federales adquiridos y aportaciones financieras de Estados Unidos para impulsar el desarrollo de nuestra economía. Por otro lado, el representante independentista querría garantizar el reconocimiento de la ciudadanía puertorriqueña, el control de nuestra inmigración y aduanas, la eliminación en Puerto Rico de las leyes de cabotaje, la limitación jurisdiccional del Tribunal Federal en nuestro país, la representación diplomática internacional propia y la capacidad para establecer tratados económicos con otros países, entre otras cosas. El pacto de asociación resultante de dicha negociación sería exactamente igual al ELA Soberano por el que tenemos la oportunidad de votar el próximo 6 de noviembre. Eso no es una casualidad. La propuesta del ELA Soberano se diseñó precisamente para ser una alternativa de convergencia para esa mayoría de puertorriqueños que rechazamos la estadidad y no negociamos nuestra identidad nacional.

Utilizar el ELA Soberano como punto de convergencia nos permitiría lograr juntos una victoria que separados en nuestras tribus no tendríamos ni la más mínima oportunidad de lograr. Para lograr esa convergencia tenemos que tener la sabiduría de aceptar que ninguno de nosotros tiene un monopolio sobre la verdad. Las diferencias de criterio no van a desaparecer, pero podemos trabajar juntos para adelantar una causa común que es crucial e irrenunciable – la afirmación y defensa de la nación puertorriqueña. Vayamos a las urnas a defender nuestra existencia y nuestro futuro como país latinoamericano y caribeño. Reclamemos nuestro lugar en el mundo. Caminemos juntos hacia un futuro de orgullo, paz y prosperidad. El primer paso es unirnos en un voto masivo por el ELA Soberano, nuestro proyecto de convergencia política y unidad nacional.

viernes, 8 de junio de 2012

Decapitemos al Dragón Asimilista


Llegó la hora que tenía que llegar. Tenemos ante nosotros la oportunidad histórica de propinarle una derrota importante, que bien pudiera ser definitiva, al dragón asimilista que representa una continua amenaza a la existencia misma de la nación puertorriqueña. Ese dragón tiene dos cabezas. La cabeza más débil del dragón es el sector conservador y federalista del PPD, que a pesar de controlar actualmente la cúpula de ese partido, a todas luces representa sólo a una ínfima minoría de su base. La otra cabeza del dragón, la más fuerte, se encuentra en un momento de debilidad y vulnerabilidad que no debemos desaprovechar. Se trata del PNP y el movimiento anexionista. Ese enemigo declarado de nuestra nación ha cometido un grave error, ha puesto el cuello sobre la piedra.

El PNP diseñó un proceso plebiscitario que, pensaban ellos, estaba hecho a su medida. Al igual que los líderes conservadores del PPD, el liderato anexionista asumió que la aplastante derrota electoral del PPD en el 2008 significó un claro rechazo del pueblo puertorriqueño al ELA Soberano o cualquier concepto de libre asociación. Calcularon ellos que sacando al ELA territorial del medio en una primera ronda plebiscitaria prepararía el camino para una cómoda victoria de la estadidad frente al ELA Soberano y la Independencia en la segunda ronda del plebiscito. La cúpula del PPD, controlada por conservadores colonialistas, lo entendió así también, por lo que rechazaron desde un principio la opción del ELA Soberano. En un intento por mantener la unidad en su partido de cara a las elecciones, el PPD adoptó una posición oficial para con el plebiscito que no es una cosa ni la otra, sino que es un simple escape. Han instado a todos los populares a votar por el Sí en la primera pregunta del plebiscito como un voto de castigo al Gobernador Luis Fortuño, obviando el significado de ese voto según definido en la papeleta plebiscitaria. También le pidieron a sus huestes que se abstengan de votar en la segunda pregunta. Según las instrucciones impartidas por el liderato del PPD, el voto de un popular por el Sí en la primera ronda del plebiscito no deberá considerarse como un voto a favor de que se mantenga el actual estatus territorial. Queda por verse si, una vez concluida la consulta, algunos líderes colonialistas y federalistas de esa colectividad querrán interpretar esos votos por el Sí como mejor les convenga.

Así las cosas, ambos partidos se han llevado una gran sorpresa. Todas las encuestas recientes indican que el pueblo puertorriqueño favorece al ELA Soberano sobre la estadidad y la independencia. No sólo eso sino que, con excepción de una encuesta de El Vocero, en cada encuesta que se ha publicado se ha ampliado el margen de ventaja del ELA Soberano sobre la estadidad. Esto ha puesto a temblar a colonialistas y anexionistas por igual. Al sector conservador y federalista del PPD, esto les confirma su peor temor. Simplemente, están desconectados de su base, dirigen un partido que no conocen, que les resulta extraño, alienígeno. El pueblo popular no comparte el miedo paralizante que parece embargarlos a ellos. La base del PPD está lista para un cambio fundamental en la relación de Puerto Rico con los Estados Unidos y los actuales líderes colonialistas del partido son un estorbo.

Los anexionistas del PNP, por otro lado, parecen estar en una pesadilla horrorosa de la cual no pueden despertar. Nunca les pasó por la cabeza que este plebiscito, diseñado por ellos con la malicia del que tiene poder absoluto para hacer y deshacer a su antojo, pudiera virárseles en contra, como una cobra, y herirlos de muerte. Ahora no saben qué hacer ni dónde meterse. Algunos líderes de ese partido han querido abusar del poder que tienen para cambiar las reglas del juego a mitad de camino. Quieren cambiarle el nombre a la opción del ELA Soberano, quieren que la papeleta diga que es una modalidad de la independencia, o ambas cosas. Si los dejan ponen en la papeleta que Dios va a castigar al que vote por el ELA Soberano. Lamentablemente para ellos, una movida deshonesta como esa tendría para Luis Fortuño y el PNP un costo político enorme en las elecciones generales. Dudosamente van a estar dispuestos a sacrificar sus posibilidades de reelección en noviembre.

El escenario está preparado para una victoria gloriosa de la nación puertorriqueña sobre aquellos que quisieran verla por siempre de rodillas y mancillada. El dragón está gravemente herido, pero sigue siendo peligroso, y por lo tanto seríamos muy torpes si desaprovecháramos la oportunidad de rematarlo. Eso es lo que haríamos tanto con la abstención como con cualquier acto para dañar la papeleta plebiscitaria. Ambas cosas equivalen a dejar que el dragón se levante para que nos pueda dar batalla otro día. Eso no es lo que vamos a hacer los soldados de la patria. Nosotros, con la bandera borinqueña en una mano y en la otra la espada, vamos a decapitar al dragón.

domingo, 3 de abril de 2011

Libre Asociación Con o Sin El PPD

Al PPD se le está haciendo muy tarde para asumir una postura de liderazgo en cuanto al futuro político de nuestro país. En ciertos momentos de su historia, algunos bastante recientes, ese partido nos ha llenado de esperanza al coquetear con conceptos propios de la libre asociación. Sin embargo, al fin y al cabo siempre han prevalecido en esa colectividad las mentes más conservadoras y politiqueras. En estos momentos no se vislumbra que eso vaya a cambiar drásticamente. Tanto el candidato a gobernador como los dos posibles candidatos a comisionado residente pertenecen a la derecha conservadora del partido y están comprometidos con la defensa férrea del ELA colonial. Les ha importado poco que el más reciente informe de Casa Blanca sobre el estatus de Puerto Rico indica de manera inequívoca que nuestro estatus político actual está sujeto a los poderes plenarios del Congreso de Estados Unidos bajo la clausula territorial y que el mismo no tiene posibilidades de mayor desarrollo autonómico.


El resto de nosotros no podemos seguir esperando por el PPD. Independientemente de por quién decidamos votar, si votamos, en las elecciones generales del 2012, los que creemos en la libre asociación como solución descolonizadora para nuestra nación puertorriqueña tenemos el deber de movilizarnos para adelantar esa causa. Si el PPD despierta algún día y se nos une, los recibiremos con los brazos abiertos. Mientras tanto, los soberanistas no debemos perder ninguna oportunidad para hacernos sentir, para enviarle un mensaje claro a Estados Unidos y al mundo de que aquí somos muchos, muchísimos, los que nos sabemos nación.


El plebiscito que se avecina este año, por más amañado que sea, representa una oportunidad de adelantar el ideal de la libre asociación y no debemos desaprovecharla. La abstención de los soberanistas en el plebiscito sólo adelantaría la agenda de los colonialistas y estadistas. Sería trágico quedarnos de brazos cruzados y permitirle al PNP reclamar una súper-mayoría para la estadidad en el plebiscito de este año. Por más que después expliquemos, gritemos y pataleemos, el mensaje que le enviaríamos a Estados Unidos y al mundo es que los soberanistas somos dos o tres gatos y que la inmensa mayoría de nosotros queremos ser “parte de” los Estados Unidos. Tenemos ante nosotros la oportunidad de enviarles el mensaje opuesto. Intensifiquemos pues, inmediatamente, la educación sobre la fórmula de la libre asociación y salgamos a votar el día del plebiscito por esa opción descolonizadora.

sábado, 21 de agosto de 2010

¿Ser o No Ser?, Esa es la Pregunta Para el PPD

El PNP recién aprobó una resolución en la que indica que ese partido anexionista acogerá "con los brazos abiertos" a todo aquel que crea y desee la unión permanente (con los Estados Unidos). Si los populares “del corazón del rollo” hasta ahora no se habían dado cuenta de la precariedad de la ruta en la que los ha llevado la actual cúpula colonialista del PPD, con esto deberían despertar. Mientras el PPD se siga expresando como si fuera una versión lite del PNP, promoviendo la unión permanente y el “vínculo indisoluble” con los Estados Unidos, el partido no será otra cosa sino un criadero de futuros estadistas. Realmente esto no es nada nuevo, sino que es un proceso de asimilación sistemática del cual, lamentablemente, el PPD ha sido piedra angular.

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El PPD ha tenido varias citas con la historia, pero a la hora de la verdad, siempre se ha ausentado. Llámesele frío olímpico, vacilación o cálculo político, pero la realidad es que el PPD ha dejado pasar muchas oportunidades de convertirse en la institución que nuestra nación necesita desesperadamente. Puerto Rico sufre, a veces en silencio y a veces a gritos, la ausencia de una poderosa institución política que actúe como antítesis del PNP, que representa el asimilismo y la desintegración de nuestra conciencia nacional. En vez de declararle la guerra a ese gran enemigo de la nación puertorriqueña, el PPD ha tratado de agradarle a todo el mundo, persiguiendo exclusivamente objetivos electorales de corto plazo y vendiendo el alma en ese juego.

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El PPD parece no haber aprendido aún que a veces cuando se gana, se pierde. Ganar unas elecciones no es ninguna victoria si para lograrlo renunciamos a nuestros principios y terminamos pareciéndonos a nuestros peores enemigos. Eso es lo que pretenden hacer personajes como Rafael Hernández Colón, su hijo José Alfredo Hernández Mayoral y Jorge Colberg Toro, cuyas expresiones y escritos recientes son indistinguibles de aquellos publicados por estadistas del PNP. Están vendiéndole el alma del partido al mejor postor. Se les ha olvidado por completo la razón de ser del partido, que reconocida o no, no puede ser otra cosa que la sagrada misión de defender y asegurar la existencia y pujanza de la nación puertorriqueña.

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La próxima importante batalla ideológica dentro del PPD tendrá como escenario una comisión especial compuesta por sólo cinco miembros de la Junta del PPD. Esa comisión determinará los parámetros de la asamblea de estatus que el partido se propone celebrar para resolver el conflicto ideológico en que se encuentra inmerso. Es bien sabido que los parámetros de esa asamblea prácticamente determinarán el resultado final. Los cinco miembros de esa comisión son Tony Fas Alzamora, Carmen Yulín Cruz, Jorge Colberg Toro, Brenda López de Arrarás y Charlie Delgado Altieri. Ya sabemos que Fas Alzamora y Cruz son soberanistas y que Colberg es ultra colonialista. Indudablemente, esa batalla la van a decidir Brenda López de Arrarás y Charlie Delgado Altieri.

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¿Quiénes son estas dos personas que tienen en sus manos la encomienda de inclinar el péndulo ideológico del PPD a un lado u otro? ¿En qué creen? ¿Qué principios ostentan? ¿Qué sienten cuando ven ondeando la bandera puertorriqueña sola? ¿Recelo u orgullo? ¿Qué sintieron cuando no pudimos asegurar la participación de Cuba en los Centroamericanos de Mayagüez? ¿Vergüenza o apatía? ¿Qué cantan en la ducha? ¿La “Star Spangled Banner” o “Preciosa”? ¿Quién los estará llamando por teléfono, o hasta amenazando? ¿Cuánta fortaleza de espíritu poseen? Cuando les llegue su turno, ¿qué responderán? ¿Ser o no ser? Oremos.

domingo, 27 de junio de 2010

Hablemos de Alianzas con Honestidad y Pragmatismo

Debe ser motivo de júbilo para todos los soberanistas el que cada vez se hable más en Puerto Rico de la necesidad de forjar una poderosa alianza soberanista. Importantes líderes soberanistas ahora reconocen que el tribalismo político sólo puede llevarnos a la derrota, por lo que comienzan a tomar forma modelos aliancistas cuyo objetivo es unificar en un solo movimiento a la mayoría de los defensores de la nación puertorriqueña. Sin embargo, debemos ser cuidadosos pues no todas las propuestas que se han estado ventilando tienen potencial real de éxito. Algunas de ellas podrían, a pesar de las buenas intenciones de sus propulsores, descarrilar el proyecto de alianza soberanista que realmente necesitamos.

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Uno de estos modelos bien intencionados, pero peligrosos, es el de aquellos que abogan por la creación de un nuevo partido soberanista que agrupe a proponentes de la libre asociación y la independencia. Eso suena muy bien en principio, pero al examinar esa propuesta en mayor detalle, encontramos un gran problema estructural que tarde o temprano terminaría disolviendo esa alianza. El problema surge porque los proponentes del nuevo partido soberanista insisten en que el partido defienda el principio de soberanía en general, sin definirse entre la independencia y la libre asociación. Eso funciona bien como estrategia educativa, porque al pueblo se le puede educar con respecto a la soberanía puertorriqueña y dejar que cada cual decida votar por la independencia o la libre asociación. Sin embargo, a la hora de encarar un plebiscito o participar en una Asamblea Constitucional de Estatus, no quedaría espacio para ambigüedades. Ante la eventualidad de un plebiscito, no les ha quedado más alternativa que llamar a la abstención electoral, lo cual no ayudaría a adelantar la agenda soberanista y podría regalarle una súper mayoría a la estadidad. La Asamblea Constitucional de Estatus es entonces la única salida a su encerrona ideológica, pero no le han explicado a nadie qué fórmula de estatus defenderían ellos como delegados en esa asamblea.

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En una Asamblea Constitucional de Estatus los delegados electos se sentarían en una mesa a negociar una fórmula de estatus. Siendo los independentistas minoría en esa mesa de negociación, es imposible que la solución negociada resulte ser la independencia. De hecho, es matemáticamente ineludible que de esa Asamblea Constitucional de Estatus surja un tratado de libre asociación. Al igual que en un plebiscito, los independentistas tendrán que montarse en esa guagua para vencer definitivamente a la alternativa anexionista. Por lo tanto, proponer una Asamblea Constitucional de Estatus equivale a proponer la negociación de un tratado de libre asociación. El que piense lo contrario se engaña.

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Realmente la única alianza soberanista que puede perdurar y lograr la gran victoria que anhelamos para nuestra nación es una que esté basada en la libre asociación soberana como alternativa de convergencia. Esa es una solución viable que podría recibir el apoyo masivo de todos los sectores no asimilistas, incluyendo la mayoría de los independentistas. La libre asociación nos descolonizaría y le cerraría las puertas a la anexión, pero no le cerraría las puertas a la independencia a largo plazo. Por lo tanto, el sector independentista podría retomar su lucha por la independencia plena a partir del establecimiento de un tratado de libre asociación. Si los líderes del independentismo evalúan la situación actual de Puerto Rico objetivamente, sin apasionamientos, sólo pueden llegar a la conclusión de que a corto o mediano plazo la libre asociación es la única carta de triunfo que tenemos los que amamos nuestra nación borincana.

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Ahora bien, hay quienes han propuesto una coalición soberanista con el propósito específico de lograr importantes triunfos electorales en el 2012. No se puede negar que esa idea tiene mérito pues indudablemente necesitamos reemplazar al catastrófico gobierno actual del PNP con funcionarios públicos que defiendan nuestro patrimonio nacional, fomenten la autogestión y adelanten un Proyecto de País. Para lograr esto no hay que reinventar la rueda. No necesitamos fundar un nuevo partido político cuando tenemos la oportunidad de apoderarnos de la poderosa máquina electoral que es el PPD. Varios líderes soberanistas se mantienen en pie de lucha para hacer prevalecer la visión soberanista en ese partido. Se vislumbran unas primarias importantísimas en esa colectividad y nuestro apoyo a candidatos soberanistas puede hacer una diferencia enorme. No puedo pensar en mejores candidatos para movernos en la dirección correcta que los discípulos de Willie Miranda Marín.

martes, 22 de junio de 2010

Ponencia de la Alianza pro Libre Asociación Soberana Ante el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas

Mi nombre es Omar López, puertorriqueño de nacimiento y residente del estado de Michigan, en representación de la Alianza pro Libre Asociación Soberana (ALAS). ALAS es una organización de la Sociedad Civil Puertorriqueña que ha adoptado la libre asociación como el mecanismo para resolver y establecer las relaciones entre Estados Unidos y Puerto Rico.

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Este es un año especial para éste Honorable Foro, por cuanto se celebra el 50 aniversario de las Resoluciones 1514 (XV) y 1541(XV). Somos de los que creemos que no se puede celebrar el aniversario de una u otra resolución, sin celebrar de igual manera y dimensión, el aniversario de ambas resoluciones. Las resoluciones anteriores, nacidas con escasamente un día de diferencia, en la misma Asamblea General Núm. XV de las Naciones Unidas, constituyen la proclama del derecho de las naciones a su autodeterminación y a su descolonización. Éstas se complementan en la función de proveer la obligación y mecanismos adecuados para resolver las situaciones de subordinación política. Sin embargo, es la Resolución 1541 la que define las tres únicas alternativas reales de naturaleza descolonizadora, siendo una de estas, la libre asociación.

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La libre asociación se ha convertido en un mecanismo dinámico para resolver la transición de los países de su estado colonial, a uno de naturaleza soberana. El hecho de que varios de los países miembros de esta Organización de Naciones Unidas, sean países que han advenido a su existencia, bajo una relación de tratados de libre asociación, demuestra la utilidad e importancia de esta fórmula como mecanismo para resolver el problema del coloniaje en el mundo, sin necesidad de revoluciones violentas o caos políticos. Estos países que la han adoptado, hoy son miembros de esta Organización de Naciones Unidas, con igual voto, dignidad y orgullo, que los que advinieron al organismo mediando otros procesos. De hecho, somos de los que pensamos que al menos uno de estos países debe ser miembro de este Comité de los 24, ante el que comparecemos en este acto.

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La Libre Asociación en Puerto Rico

En Puerto Rico, el apoyo popular a la fórmula de la libre asociación ha crecido de manera vertiginosa en los últimos dos años, según lo demuestran dos encuestas políticas independientes realizadas por dos distintas estaciones de radio. Las mismas demuestran un apoyo a la libre asociación de entre un 13% a un 17% por ciento de la ciudadanía puertorriqueña. De hecho, es la única fórmula de estatus en franco crecimiento en apoyo del pueblo.

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Esta alternativa comienza a convertirse en una salida al inmovilismo político promovido por el presente estatus colonial del llamado Estado Libre Asociado (ELA) y del partido que tradicionalmente lo ha promovido. Pero ya es un hecho innegable, que los electores soberanistas puertorriqueños comienzan a definirse para apoyar opciones descolonizadoras. Diríamos sin lugar a equivocarnos que le queda poco tiempo a la presente relación colonial del ELA y que inexorablemente ocurrirá un proceso de definición en la base de nuestro pueblo, hacia la alternativa de soberanía dentro de la libre asociación.

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Esperamos que el presidente Barak Obama haga verdad y cumpla con su compromiso de “atender” el problema de Puerto Rico durante su primer cuatrienio. Sin embargo, la alteración de un proyecto de ley de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, conocido como el HR-2499, para incluir al ELA colonial dentro de las alternativas descolonizadoras, como si el ELA fuera una alternativa de carácter descolonizador, ha causado gran decepción en la mayoría de los puertorriqueños. Después de tener originalmente un proyecto de ley de carácter descolonizador, con las únicas tres alternativas contenidas en la Resolución 1541 (XV), se aprobó una enmienda que incluyó el mismo ELA colonial como una cuarta alternativa. Aunque dicho proyecto no será aprobado en el Senado de Estados Unidos, ALAS apoya una consulta plebiscitaria con alternativas descolonizadoras o una Asamblea Constitucional de estatus.

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Sin embargo, lo que ya es realmente lamentable e inaceptable es la falta de actividad de este Cuerpo de Naciones Unidas que no acaba de bajar el asunto de Puerto Rico al pleno de la Asamblea para su consideración. Porque si alguien tiene dudas de si el Estado Libre Asociado es de naturaleza colonial, basta con señalar que a pesar de que en nuestra propia constitución se prohíbe la pena de muerte, el gobierno de Estados Unidos procesa acusados en el Tribunal de Distrito de Estados Unidos en Puerto Rico, bajo la solicitud de que se imponga la pena de muerte como parte de la sentencia, en contravención de nuestra propia disposición constitucional. Cabe señalar que la Resolución 1541 establece como requisito para una relación de asociación de carácter no colonial el que la nación asociada a la metrópoli tenga el derecho a determinar su constitución interna sin injerencia externa alguna. Sin embargo, la constitución que Puerto Rico adoptó en 1952, y que continúa vigente, es una subordinada a la constitución federal de Estados Unidos. Al no permitírsele a Puerto Rico aprobar leyes o resoluciones que estén en conflicto con la constitución federal de Estados Unidos, quedan evidenciados los poderes plenarios de Estados Unidos sobre Puerto Rico. De hecho, en el informe oficial de un comité especial creado bajo la administración del Presidente George Bush se nos hizo muy claro a los puertorriqueños que el gobierno de Estados Unidos no reconoce soberanía puertorriqueña alguna, y que por el contrario, define el estatus actual de Puerto Rico como un territorio no incorporado sujeto a los poderes plenarios del Congreso de Estados Unidos.

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Por lo tanto ALAS solicita a este Comité que detenga este vía crucis puertorriqueño de una vez por todas y que reconozca que Puerto Rico sea incluido en la lista de los países que no han ejercido su derecho a la autodeterminación y que se ratifique el derecho del pueblo de Puerto Rico a escoger una de las tres alternativas descolonizadoras provistas en la Resolución 1541. Los puertorriqueños sentimos que hemos sido abandonados por la comunidad de países soberanos del mundo, al no atender nuestro reclamo de que se incluya el caso de Puerto Rico en la agenda para discusión en el pleno del cuerpo. Y con el mayor de los respetos le señalamos hoy que estos procesos de discusión ante este Comité de los 24, han perdido validez moral en grandes sectores de nuestro pueblo, por razón de la inactividad de todos los organismos de esta Honrosa Organización, ante nuestro problema. Esta actitud de falta de urgencia y diligencia de esta Organización, en cierta manera, convierte a los miembros de la misma en coautores de esta perpetuación de la colonia. En Puerto Rico, aunque no se nos arranca la lengua o los ojos por pretender ser una nación soberana, día a día, en un proceso lento se nos arranca nuestra alma y voluntad a través de las ayudas de mantengo por parte del gobierno de Estados Unidos, que quizás es peor, por el deterioro moral y social que nos ha ido causando. El tiempo transcurrido sin que se haya llevado el caso de Puerto Rico al pleno, es realmente una afrenta a los principios que guiaron a este cuerpo a aprobar las Resoluciones 1514 y 1541.

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Además nos unimos a otros amigos soberanistas, como el Lcdo. Arturo Hernández, presidente del Colegio de Abogados de Puerto Rico, en la solicitud de lo siguiente de este Docto Cuerpo:

· Que se le ponga fecha cierta al asunto de la discusión del Caso de Puerto Rico y fecha cierta para que se inicie un proceso de descolonización para nuestro país

· Que se disponga para que el proceso de descolonización se dé dentro del contexto de la autodeterminación de la Res. 1514 y la Res. 1541 de la Organización de las Naciones Unidas

· Que se le impongan sanciones a Estados Unidos si no cumpliera con los términos del proceso acordado

· Que en este proceso de descolonización se provea participación al gobierno de Estados Unidos y la comunidad internacional en las funciones de monitoría del mismo.

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Suplicamos que se actúe ahora, para que se cumpla con las metas de la humanidad que ha encausado a esta Organización de las Naciones Unidas, en la aprobación de las Resoluciones 1514 y 1541, y que de una vez por todas no le den más la espalda a Puerto Rico. Finalmente, no podemos terminar esta ponencia sin unirnos al reclamo de libertad para los presos políticos puertorriqueños.

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Muchas Gracias,

Omar López,

ALAS para Puerto Rico

sábado, 22 de mayo de 2010

El Momento de la Libre Asociación es Ahora

En estos días, como síntoma de la falta de unidad y diálogo, los proponentes de la libre asociación para Puerto Rico nos andamos comiendo por los rabos. En la mayoría de los casos, estamos todos de acuerdo en cuanto a los principios esenciales de un tratado de libre asociación fuera de la Cláusula Territorial. Las consideraciones por las cuales estamos divididos son más bien tácticas, pero pueden poner en peligro el proyecto de la libre asociación si no se atienden pronto. El fraccionamiento de nuestra lucha le vendría como anillo al dedo a los inmovilistas-colonialistas y anexionistas, que cada día se parecen más.

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Ahora más que nunca necesitamos formular una alianza que unifique la lucha soberanista en un solo movimiento pro libre asociación soberana. Encuestas recientes apuntan a que el entendimiento y apoyo a la libre asociación como opción descolonizadora se encuentra en franco crecimiento. Al mismo tiempo, el ELA colonial está cada vez más desprestigiado e indefensible. Este es el momento de coger el toro por los cuernos, formular una alianza significativa y lanzarnos en defensa de la libre asociación. El primer asalto en nuestra lucha no es contra el anexionismo sino contra el sector inmovilista-colonialista. Los votos que un día no muy lejano podrían darle la victoria a la libre asociación y enterrar para siempre la amenaza anexionista van a provenir de populares que aún están desorientados por la propaganda colonialista y asimilista, así como de independentistas que quieren alcanzar la soberanía para su nación en vez de sólo soñar con ella escuchando los discursos grandilocuentes de Rubén Berríos.

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Los muy hábiles anexionistas han fabricado una píldora venenosa que, por el momento, está surtiendo el efecto deseado por los enemigos de nuestra nación. El plebiscito criollo que han prometido contendrá una definición de asociación soberana distinta a la que seguramente propondríamos por consenso los defensores de la libre asociación. Desafortunadamente los soberanistas dentro y fuera del PPD han saltado a sus propias conclusiones sobre la estrategia a seguir ante este reto, sin que mediara un diálogo o intento alguno de lograr un consenso libre asociacionista. Unos han propuesto la abstención electoral como estrategia mientras que otros se han comprometido a defender la libre asociación a pesar de la definición impuesta. El enemigo nos ha puesto a pelear entre nosotros mismos. Eso no habría sucedido si hubiésemos tomado una mañana para sentarnos juntos como libre asociacionistas a buscar un consenso en cuanto a la estrategia a seguir. Es un concepto simple y efectivo que he bautizado en otras comunicaciones como Mesa Redonda Soberanista.

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La decisión de participar o no en un plebiscito criollo con una definición de libre asociación que no hemos tenido la oportunidad de redactar nosotros mismos no es una simple. Existen buenos argumentos tanto para la abstención como para la participación en el inminente plebiscito criollo. Sin embargo, un análisis cuidadoso de las posibilidades que se abren con una decisión u otra debe convencernos de que la participación agresiva en defensa de la libre asociación trae consigo unas oportunidades que no debemos desaprovechar. Igualmente importante son los riesgos que traería consigo la abstención.

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En teoría, una abstención electoral masiva podría enviarle al Congreso de Estados Unidos el mensaje de que el pueblo de Puerto Rico rechazó el proceso amañado del PNP. Sin embargo, cualquier fallo en la ejecución de ese plan podría salirnos muy caro. Una abstención parcial podría terminar en, por ejemplo, una votación total de 1.5 millones de votos, 70% de ellos para la estadidad. Eso les daría la oportunidad a los anexionistas de ir al Congreso a decir que los puertorriqueños han pedido la estadidad a viva voz. De hecho, no nos debería sorprender tampoco que, en un escenario como ese, el PNP intente implementar el Plan Tenesee para imponernos la estadidad.

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Por otro lado, la participación agresiva en el plebiscito garantizaría que la estadidad no obtenga una súper mayoría de votos, a la vez que nos daría la oportunidad de oficializar el creciente apoyo a la libre asociación como fórmula descolonizadora. El que la estadidad “gane” con un 45% de los votos frente a 20-25% de la libre asociación y 20-25% del ELA colonial no va a adelantar en nada la estadidad. El Congreso sabe leer y entender resultados por lo que son, o sea, 55% de los puertorriqueños rechazan la estadidad. Como mencioné antes, nuestra primera batalla es contra el inmovilismo-colonialismo. Este plebiscito criollo, si bien no lo pedimos y no está hecho a nuestra medida, podría ser el escenario de la primera gran victoria de nuestra nación.